viernes, 6 de diciembre de 2013

Compartir Nº 144
Cambio inesperado
Una antigua leyenda china refiere que una joven, llamada Li, se casó y
se fue a vivir con su marido y su suegra. Pero Li no se entendía con
su suegra y cada día discutían más y más. Era imposible la convivencia
mutua. Sin embargo, de acuerdo a la tradición china, la nuera debía
cuidar y obedecer a la suegra. Li pensó que no podría aguantar toda la
vida con ella. Así que se fue a visitar a un amigo de su padre, quien
le aconsejó que podía envenenar a su suegra; pero, poco a poco, para
no levantar sospechas. Le dio unas hierbas y le dijo que cada dos días
pusiera un poco en su comida. Para que nadie se diera cuenta de nada,
debía actuar con mucha cautela. Por eso, debería extremar sus
atenciones con la suegra y ser muy amable con ella.

Li actuó tal como le había dicho el consejero. Cada dos días le servía
en su comida un poco de aquella hierba para ir matándola poco a poco.
Mientras tanto, controló su temperamento, obedecía en todo a su suegra
y trataba de hacerla feliz hasta en los mínimos detalles, con la
sonrisa en los labios. Le costaba, pero como sería por poco tiempo…
Durante seis meses, la casa parecía un paraíso de paz y comprensión.
No había discusiones y la actitud de la suegra cambió hasta tratarla
con amor como a una verdadera hija.

También Li cambió y empezó a querer a la suegra, dejando de ponerle
las hierbas. Un día fue a ver a su consejero y le pidió que, por
favor, le ayudara para evitar que el mal que había hecho a su suegra
con aquellas hierbas no surtiera efecto. Ya no quería envenenarla,
porque ya se comprendían bien las dos. Entonces, el consejero le dijo:
No te preocupes, las hierbas eran buenas, no le han hecho ningún mal.
Tu suegra no ha cambiado, la que ha cambiado has sido tú. El veneno
estaba en tu propia mente, que no podía verla como una madre sino como
una mala mujer, que te hacía la vida imposible. Al cambiar tú, también
ella te ha mostrado cariño.

 ¡Qué hermoso! Una leyenda que puede hacerse realidad, si ponemos más
de nuestra parte para cambiar. ¡Qué importante es cambiar nuestra
actitud mental hacia las personas que no nos caen bien! Quitemos el
veneno del rencor de nuestra mente y de nuestro corazón y amemos a
todos como hermanos. No olvidemos lo que decía san Juan de la cruz:
Donde no hay amor, sembrad amor y recogeréis amor.

Una dramática historia

Cuenta la doctora Elisabeth Kübler- Ross: Una vez encontré a una mujer
negra, que trabajaba en la limpieza del hospital donde yo estaba. Ella
era muy ignorante, nunca había ido a una escuela superior. Pero tenía
algo que yo no sabía qué era y que la hacía extraordinaria. Cada vez
que ella entraba a la habitación de un enfermo moribundo, algo sucedía
y yo hubiera dado un millón de dólares para saber el secreto de esta
mujer.

Un día, la encontré en el pasillo y le pregunté: "¿Qué hace usted con
mis pacientes moribundos?". Ella se sorprendió por la pregunta y dijo:
"Yo no hago nada, yo sólo limpio su habitación". Pero me abrió su
corazón y me habló de su dramática historia. Ella había crecido en un
barrio muy pobre. Pasaban hambre, no tenían medicinas...

En una ocasión, ella se sentó en el hospital con su hijo de tres años,
esperando al médico, pues su hijo estaba muy enfermo. Y su hijo murió
de neumonía en sus brazos, esperando, porque no lo habían querido
atender a tiempo. Ella me dijo todo esto sin resentimiento, sin ira y
sin odio. Y continuó: "Usted sabe, doctora, la muerte no me es ajena.
Algunas veces, cuando entro en la habitación de un moribundo, ellos
parecen muy asustados. Yo no puedo ayudarlos, pero me acerco a ellos y
los toco con cariño y les digo: "No es algo tan terrible. Dios te
ama".

Poder sanador del perdón

El amor sana y alegra la vida, mientras que el odio y el rencor nos
destruyen y nos amargan la existencia. ¡Cuántos sufrimientos hay en el
mundo por la falta de perdón! El perdonar no es un artículo de lujo
para casos especiales, sino una necesidad para vivir en paz con
nosotros mismos y con los demás. Además, sale más barato el perdonar
que el tener que soportar ciertas enfermedades producidas por el
resentimiento.

Estudios recientes han demostrado, por ejemplo, que un elevado número
de divorciados, sobre todo mujeres, siguen alimentando mucho
resentimiento a su ex-cónyuge, aun después de años de separación. Y el
estrés originado por este rencor, en algunos casos, llega a afectar el
sistema inmunológico y así se pueden explicar ciertas enfermedades
como artritis, diabetes, arterioesclerosis, enfermedades
cardiovasculares…

No querer perdonar es quedarse anclados en el pasado, de modo que la
vida ya no puede seguir su curso normal. Y nos desgastamos física y
sicológicamente con tanta energía perdida inútilmente, en odiar y en
la tensión que nos produce. Realmente que el rencor y el deseo de
venganza nos van matando poco a poco y nos van hundiendo en la
depresión. Ángel Peña.

Cómo triunfó un huerfanito tartamudo

El griego Demóstenes perdió a los siete años a su padre, y su tutor lo
despojó de toda su fortuna. Era un pobre huerfanito tartamudo. En una
ocasión, asistió a un juicio y oyó el discurso del defensor, que fue
vitoreado por el pueblo y llevado en triunfo. Entonces, quiso hacerse
famoso y quiso dedicarse a la oratoria. Pero la tarea no era fácil
para él. En su primer discurso lo interrumpieron de malas maneras. Él
se sintió abatido y muchos seguían burlándose de él, cuando lo veían.
Pero hubo un anciano que lo animó a seguir practicando, porque vio que
tenía cualidades y mucha inteligencia. Entonces, se animó y se puso a
practicar con tenacidad. Para remediar su defecto se ponía una
piedrecita debajo de la lengua y se iba a la orilla del mar a gritar
para adquirir una voz potente. A veces, iba a grutas subterráneas o
daba grandes paseos al aire libre, recitando en voz alta discursos y
poesías.
Y, poco a poco, tomó seguridad en sí mismo. Y, de ese modo, con
esfuerzo y sacrificio, llegó a ser el mejor orador. Todavía en la
actualidad, después de dos mil trescientos años, sus discursos se
siguen leyendo como un modelo de oratoria. El pobre tartamudo llegó a
ser el mejor orador de todos los tiempos.

En una abadía trapense sintió a Dios

Pieter Van Der Meer De Walcheren (1880-1970), gran poeta holandés
ateo, escribió en su libro Nostalgia de Dios sus luchas interiores
hasta que llegó a creer en Dios y amarlo con todo su corazón. Dice:
¿Qué significa la vida, a cuyo término está la muerte, ese inmenso
agujero negro donde vamos cayendo uno tras otro como piedras?
Decididamente es una perfecta estupidez tomarse la vida en serio, si
no existe Dios. Pero ¿acaso las religiones no son más que un hermoso
sueño, bellas mentiras consoladoras a las que el hombre se aferra ante
la perspectiva de desaparecer, tragado por la noche espantosa de la
muerte? ¿Contienen una realidad o no son más que quimeras?.

Después de pasar unos días en la abadía trapense de West-Malle, sintió
la presencia de Dios en su vida. Si Dios no existe, ¿no es absurdo
todo esto? En tal caso, esto sería algo propio de idiotas, de
dementes, algo incluso criminal, lo que hacen estos hombres, es decir,
aislarse, renunciar a los placeres de la vida y adorar y glorificar
algo que no existe. No obstante, en este lugar siento yo orden, paz y
la atención está fija en el mundo interior, en el alma, en lo eterno.
Cuando se convirtió, dice: A cada momento descubro en el catolicismo
nuevas maravillas. El catolicismo es como una catedral espiritual,
infinitamente hermosa, y mi alma puede ahora penetrar en el interior
de sí misma… Cada mañana y cada noche, recitamos las plegarias en voz
alta. Me siento pequeño y, al mismo tiempo, inmensamente grande. ¿Qué
he hecho yo para merecerme esto? ¿Por qué sobre nosotros esta gracia
abrumadora? Buscaba la solución a mis enigmas y es tan sencillo:
¡Postrarse de hinojos y entregar el corazón a Dios!

NB. Todos los artículos de  este “Compartir” se han seleccionado de
los libros del P. Ángel Peña (109). Es un autor interesante y bien
informado. Te recomiendo leerlos en; www.libroscatolicos.org
Gracias por tu visita!!!