jueves, 1 de marzo de 2012

Compartir Nº 123, marzo 2012

La niña y las perlas
Emi era una linda niña de cinco años de ojos relucientes. Un día
mientras ella con su mamá visitaban un supermercado, la pequeña vio un
collar de perlas de plástico que costaba $ 5,50. ¡Cuánto deseaba
poseerlo! Preguntó a su madre si se lo compraría, y su mamá le dijo:
“Hagamos un trato: yo te compro el collar, y al volver a casa, hacemos
una lista de tareas que puedes realizar para pagarlo, ¿está bien?” Emi
estuvo de acuerdo, y su mamá le compró el collar de perlas. La niña
trabajaba con empeño todos los días y cumplía sus tareas.

En poco tiempo canceló su deuda. ¡Emi amaba sus perlas! Las llevaba
puestas a todas partes: al colegio, a la cama y cuando salía con su
mamá. Tenía un padre que la quería muchísimo. Cuando Emi iba a su
cama, él se levantaba de su sillón favorito para leerle un cuento. Una
noche, al terminar el relato, le dijo: “Emi, ¿me quieres?’, “Oh, sí,
papá”. “Entonces, regálame tus perlas”, le pidió. “iOh, papá! Mis
perlas, no”, dijo Emi. “Pero te doy a Betty, mi muñeca favorita. ¿La
recuerdas?, me la regalaste el año pasado para mi cumpleaños, ¿está
bien, papá?”, “Oh, no, hijita. Pero no importa”, le dijo dándole un
beso en la mejilla. “Buenas noches, pequeña”.

Una semana después, de nuevo su papá le preguntó al terminar el
cuento: “Emi, ¿tú me quieres?”, “Oh, sí, papá”, le dijo ella.
“Entonces regálame tus perlas”. “iOh, papá!, mis perlas; no. Pero te
doy a mi caballo de juguete, su pelo es tan suave y tú puedes jugar
con él y hacerle trencitas”. “Oh, no, hijita, está bien,” le dijo su
papá besándola en la mejilla. “Felices sueños”. Algunos días después,
cuando el papá de Emi entró a su dormitorio para leerle un cuento, Emi
estaba sentada en la cama y le temblaban los labios, “Toma papá” le
dijo, y estiró su mano. La abrió y allí estaba su querido collar, que
entregó a su padre.

Con una mano él tomó las perlas de plástico y con la otra extrajo de
su bolsillo una cajita de terciopelo azul. Dentro de la cajita había
unas hermosas perlas genuinas. El las había tenido todo este tiempo, a
la espera de que Emi renunciara a la baratija, para poder darle algo
de valor. También nuestro Padre Celestial aguarda que renunciemos a
esas cosas sin valor en nuestras vidas, para darnos preciosos tesoros.
¿No es bueno el Señor? Y pienso en esas cosas a las cuales me aferro,
y me pregunto: ¿qué quiere darme Dios en su lugar?

Desacelera el ritmo
Desacelera el ritmo de tu corazón silenciando tu mente. Resuelve sólo
una cosa por vez. Rompe la tensión de tus nervios y músculos con la
dulce música de los arroyos que viven en tu memoria. Vive intensamente
la paz del sueño.
Aprende a tomar vacaciones de un minuto, al detenerte a mirar una
flor, al conversar con un amigo, al contemplar un amanecer o al leer
algunas líneas de un buen libro. Recuerda que una vida más intensa no
quiere decir una vida más rápida. Mira las ramas del roble que florece
y comprende que creció grande y fuerte porque creció despacio y bien.
Ten calma, desacelera el paso y echa tus raíces en la buena tierra de
lo que realmente vale, para así crecer hacia las estrellas. Cada
mañana, al despertar, pide a Dios que te dé serenidad y fortaleza para
enfrentar las luchas cotidianas.
El padre nuestro de Dios
Hijo mío que estás en la tierra, preocupado, solitario, tentado. Yo
conozco perfectamente tu nombre, y lo pronuncio como santificándolo,
porque te amo. No, no estas sólo, sino, habitado por mí, y juntos
construimos este reino del que tú vas a ser el heredero.
Me gusta que hagas mi voluntad, porque mi voluntad es que tú seas
feliz. Ya que la gloria de Dios es el hombre viviente. Cuenta siempre
conmigo y tendrás el pan para hoy, no te preocupes, sólo te pido que
sepas compartirlo con tus hermanos. Sabes que te perdono todas tus
ofensas antes incluso de que las cometas.
Por eso te pido que hagas lo mismo con los que a ti te ofenden. Para
que nunca caigas en la tentación, tómate fuerte de mi mano y yo te
libraré del mal, pobre y querido hijo mío. José Luis Martín Descalzo.

No te rindas nunca
La joven maestra leyó la nota adjunta a la hermosa planta de hiedra.
"Gracias a las semillas que usted plantó, algún día seremos como esta
hermosa planta. Le agradecemos todo lo que ha hecho por nosotras.
Gracias por invertir tiempo en nuestras vidas". Una amplia sonrisa
iluminó el rostro de la maestra, mientras por sus mejillas corrían
lágrimas de alegría. Las chicas a quienes les había dado clase, se
acordaban de agradecer a su maestra.
La planta de hiedra representaba un regalo de amor. Durante meses la
maestra regó fielmente la planta en crecimiento. Pero al cabo de un
año, algo sucedió. Las hojas empezaron a ponerse amarillas y a caerse;
todas, menos una. Pensó en deshacerse de la hiedra, pero decidió
seguir regándola y fertilizándola. Un día, al pasar por la cocina, la
maestra vio que la planta tenía un brote nuevo.
Unos días después, apareció otra hoja, y luego otra más. En pocos
meses, la hiedra estaba otra vez convirtiéndose en una hermosa planta.
Hay pocas alegrías más grandes que la bendición de invertir fielmente
amor y tiempo en las vidas de otras personas. ¡Nunca, nunca te des por
vencido con esas plantas!

Las siete maravillas del mundo
Una vez cierto maestro pidió a sus alumnos que escribieran una lista
de las 7 maravillas del mundo. Más tarde pidió que cada uno leyera su
lista. A pesar de algunos desacuerdos, la mayoría votó por lo
siguiente: 1. Las Pirámides de Egipto; 2. El Taj Mahal; 3. El Canal de
Panamá; 4. El Empire State; 5. La Basílica de San Pedro; 6. La Muralla
China

El maestro buscaba consenso para la séptima maravilla, cuando notó que
una estudiante permanecía callada y no había entregado aún su lista,
así que le preguntó si tenía problemas para hacer su elección. La
muchacha tímidamente respondió: —Si, un poco, no puedo decidirme, pues
son tantas las maravillas... El maestro le dijo: —Dinos lo que has
escrito, tal vez podamos ayudarte. La muchacha, titubeó un poco y
finalmente leyó: —Creo que las siete maravillas del mundo son: 1.
Poder pensar; 2. Poder hablar; 3. Poder actuar; 4. Poder escuchar; 5.
Poder servir; 6. Poder rezar; Y la más importante de todas... poder
amar

Después de leído esto, el salón quedó en absoluto silencio... Es muy
sencillo para nosotros poder ver las obras del hombre y referirnos a
ellas como maravillas, cuando a veces pasan desapercibidas las
maravillas que Dios hace en nosotros con su gracia y que cada uno debe
desarrollar. ¡Tú has sido creado por Dios para ser una maravilla!
Gracias por tu visita!!!