jueves, 1 de noviembre de 2012

Compartir Nº 131,  noviembre 2012

¿Cómo encontrar a Dios?

La primera vez que ví a Tomás, fue cuando se iniciaba nuestro curso de
Teología de la Fe. Tenía larga cabellera rubia que se peinaba mientras
cami¬naba y un aspecto extraño que me dio mala espina. Efectivamente,
Tomás resul¬tó ser el "ateo residente" en mi curso. Objetaba de
continuo la existencia de Dios y se burlaba de todo lo referente a Él.
Al terminar el curso se acercó a mí y me dijo en tono cínico: “¿Cree
usted que alguna vez encontra¬ré a Dios?”. “No”, le respondí con
firmeza... ”¡Cómo!, ¿Que no es el producto que representa?”. “Veo muy
difícil que tú lo encuen¬tres, Tomás, pero El te encon¬trará a ti”. Se
sorprendió de mi comentario, se alzó de hombros y se fue. Luego supe
que se gra¬duó y me alegré por él.

Pasado algún tiempo me sor¬prendió verlo entrar en mi ofi¬cina y lo

saludé diciéndole el gusto que me daba verlo y en¬tonces me di cuenta
que algo malo le pasaba pues su aspecto era el de un enfermo, su rubio
cabello se le estaba cayendo, pero sus ojos eran brillantes y su voz
firme. "¿Qué te pasa?", -le pregun¬té-, "Tengo cáncer", me respon¬dió,
“y no tengo remedio, ¡no sabe lo que se siente tener 24 años y saber
que me voy a morir! Sin embargo -dijo-, podría ser peor. “¿Cómo peor?”
-pregunté-. “Podría ser un cincuentón sin valores ni ideales o pensar
que emborra¬charme, seducir mujeres o te¬ner mucho dinero es lo que
cuenta”.
Otra vez me sorprendí y agregó: “La verdad es que he ve¬nido a verlo a
usted porque me acordé lo que me dijo el último día de clases, cuando
le pregun¬té si algún día encontraría a Dios y usted me contestó que
no, lo cual me dejó perplejo, y des¬pués agregó que El me encon¬traría
a mí. Pensé en eso mu¬chas veces aunque mi Fe en aquellos días era
nula. Pero cuando me dijeron los médicos que tenía un mal incurable
em¬pecé a buscar a Dios deses¬peradamente pero como usted me dijo no
lo pude encontrar”.

“Decidí pasar el tiempo que me quedaba haciendo algo de provecho y me

acordé de algo que le oí decir a usted en clase. La tristeza,
esencialmente, con¬siste en ir por la vida SIN AMAR. Así que empecé
con el ser más difícil, mi padre. Él es¬taba leyendo el periódico y me
le acerqué y le dije: "papá, quie¬ro hablar contigo", él bajó
len¬tamente el periódico y yo le dije: "Te quiero papá, sólo quería
que lo supieras". El periódico cayó al suelo en desorden y mi papá
hizo dos cosas que yo nunca le había visto hacer, me abrazó y lloró y
pasamos mucho tiempo hablando.

“No me costó mucho trabajo hacer lo mismo con mi mamá y mi hermano, lo

único que lamento es no haberlo he¬cho antes, apenas empezaba a
abrirme a todos los demás y lue¬go un día miré y Dios estaba ahí, en
el amor que prodigaba a los demás. Él me encontró pese a que yo había
dejado de buscar¬lo. "Tomás", le dije, "creo que estás diciendo una
verdad universal, estás diciendo que la manera más fácil de hallar a
Dios es abriéndose al Amor". "Tomás, ¿puedo pedirte un favor? ¿Podrías
repetir todo esto a mis alumnos?".

Fijamos una fecha, pero Tomás no pudo asistir, tenía una cita más

impor¬tante, había dado un gran paso: de la Fe a la Visión, encontró
una vida mucho más hermosa que la perceptible por el ojo hu¬mano.
Antes de morir Tomás me llamó por teléfono y me dijo: "Padre, no podré
hablar con sus alumnos...".. "Lo sé", le dije. "¿Se lo dirá a ellos de
mi parte? ¿Se lo dirá a todo el mundo de mi parte?". "Sí, Tomás, se lo
diré... se lo diré...".

Decisiones en invierno

Recuerdo un invierno en que mi padre necesitaba leña, así que buscó un
árbol muerto, y lo cortó. Pero luego, en la primavera, vio, alarmado,
que al tronco marchito de ese árbol le brotaron renuevos.

Mi padre dijo: "Estaba yo seguro de que ese árbol estaba muerto. Había

perdido todas las hojas en el invierno. Hacía tanto frío, que las
ramas se quebraban, y caían, como si no le quedara al viejo tronco ni
una pizca de vida. Pero ahora advierto que aún  alentaba la vida en
aquel tronco".

Y volviéndose hacia mí, me aconsejó: "Nunca olvides esta importante

lección. Jamás cortes un árbol en invierno. Jamás tomes una decisión
negativa en tiempo adverso, o cuando estés molesto. Nunca tomes las
más importantes decisiones, cuando estás en tu peor estado de ánimo.
Espera. Sé paciente. La tormenta pasará. Recuerda que la primavera
volverá".

Refinados como la plata

Hace ya tiempo un grupo de señoras se reunieron en cierta ciudad para
estudiar la Biblia. Mientras leían el tercer capítulo de Malaquías,
encontraron una expresión notable en el tercer versículo que decía:
"El purificará... y los refinará como se hace con la plata" (Mal. 3,3)
Una de las señoras se propuso visitar a un platero y referir a las
demás lo que él dijera sobre el tema. Ella fue y sin decir el objetivo
de su interés, pidió al platero que le hablara sobre el modo de
refinar la plata. Después que el platero describió el proceso, ella le
preguntó: "Señor, ¿usted se sienta mientras que está refinado la
plata?". "Oh, sí señora", contestó el platero; "debo sentarme con el
ojo fijo constantemente en el horno, porque si el tiempo necesario
para la refinación se excede en el grado más leve, la plata quedará
dañada".

La señora inmediatamente vio la belleza y el consuelo de la expresión:

"Él purificará... y los refinará como se hace con la plata". Dios ve
necesario poner a sus hijos en un horno, su ojo está constantemente
atento al proceso de purificación, y su sabiduría y amor obran juntos
de la mejor manera para nosotros. Nuestras pruebas no vienen al azar,
y Él no nos dejará ser probados más allá de lo que podemos
sobrellevar. La señora hizo una pregunta final: "¿Cuándo sabe que el
proceso está terminado?". "Pues es muy sencillo", contestó el platero,
"Cuando puedo ver mi propia imagen en la plata, se acaba el proceso de
refinación".

Se busca gente…

Que saque a pasear a sus niños, con el mismo entusiasmo que saca a
pasear a sus perros. Gente que les hable a sus vecinos, como le habla
a sus plantas diariamente. Gente que le sonría a los demás, como le
sonríe todas las noches al televisor. Gente que preste tanta atención
a los que lo rodean, como hace con su computadora.

Se busca gente que esboce una sonrisa, cuando pueda mirar. Gente que

salude, cuando alguien se aproxima. Gente que escuche la naturaleza,
como si intentara escucharse a sí mismo, o a la radio con los
audífonos que le mantiene ajeno a lo cotidiano. Gente que adore, mime
y cuide a su familia como adora, mima y cuida a su auto, sus aparatos
eléctricos o sus mascotas.

Se busca gente que esté siempre dispuesta a colaborar, como siempre

está dispuesta a contestar su celular. Gente que cuando se mire en el
espejo, mire mas allá y se mire el alma, no el armario que lleva
encima. Gente que cuando hable, proponga, no que disponga ni sea
conflictivo.  En fin, se busca gente que sea más humana.
Gracias por tu visita!!!