martes, 1 de enero de 2013

Compartir Nº 133


Soñé que tenía una entrevista con Dios

"¿Te gustaría entrevistarme?", Dios preguntó. "Si tienes tiempo", le dije.
Dios sonrió. "Mi tiempo es eterno, ¿qué quieres peguntarme?".
"¿Qué opinas de mi?", pregunté. Y Dios me respondió: "Estás tan
ansioso por el futuro que olvidas el presente; vives la vida sin
presente y como si nunca fueses a morir, y mueres como si nunca
hubieses vivido.". "Tienes prisa de que tus niños crezcan, y tan
pronto crecen, quieres que sean niños de nuevo". “Pierdes tu salud
para hacer dinero y luego gastas tu dinero para recobrar la salud".

Las manos de Dios tomaron las mías y estuvo en silencio por un rato y
entonces le pregunté:"Padre, dime, ¿qué lecciones deseas que yo
aprenda?". Dios respondió con una sonrisa: “Que aprendas que no puedes
hacer que todos te amen y lo que puedes hacer es amar a todos los
demás. Que aprendas que lo más valioso no es lo que tengas en la vida,
sino que tienes vida. Que aprendas que no es bueno compararte con los
demás.

Que aprendas que una persona rica no es la que tiene más, sino la que
necesita menos. Que aprendas que únicamente bastan unos segundos para
herir profundamente a una persona que amas, y que pueden necesitarse
muchos años para cicatrizar la herida. Que perdonar se aprende
perdonando. Que aprendas que hay personas que te aman entrañablemente,
y que muchas veces no saben cómo expresarlo.

Que aprendas que dos personas pueden mirar la misma cosa y las dos
percibir algo diferente. Que perdonar a los otros no es fácil, y que
perdonarse a si mismo es el primer paso, para lograrlo.  Y que
aprendas que Yo siempre estoy aquí para ti... en el Sagrario.
¡Siempre!”.

El loro muerto

El loro llenaba en la corte tres empleos: anunciaba la visita de los
altos personajes, tenía el encargo de recrear a Su Excelencia en sus
momentos de ocio con cuentos amenos y de atajar a los solicitantes con
el grito consagrado: «¡No hay vacante!».
Y como es justo, teniendo tres empleos, cobraba tres sueldos, como
quien dice nada. Murió, y pocas horas después del triste
acontecimiento, estaban conversando el chajá, la urraca y el
bien-te-veo, ponderando a cual más las cualidades del finado: -¡Pobre
señor loro!, decía uno con aflicción. -¡Qué muerte tan repentina-,
contestó otro tristemente!
-¡Es un gran vacío!, observó el tercero compungido. -¡Y una gran
vacante!, murmuró la urraca. Y el chajá se sonrió y también el
bien-te-veo, y los tres, mirándose con ojos de candidato: ¡Qué vacante
linda, che!, susurraron los tres. Godofredo Daireaux.

Ante el fuego del campamento

Señor, mira la llama que se eleva. Primeramente era débil y tímida.
Después, animándose, la he visto crecer, encarnizarse en su presa,
subir, saltar, y abrirse camino, por fin, maravillosa y triunfal. ¡Qué
ardiente es y qué bienhechora, cuando reparte a su alrededor luz y
calor!
Señor, tu dijiste a tus discípulos: “¡Fuego he venido a traer a la
tierra, y quiero que se incendie!” Señor, repíteme a mí que no se
puede ser tu discípulo si no se tiene llama, si no se tiene ardor.
Señor, yo quiero ser como esa llama, contagioso y conquistador; quiero
ser como ella, avanzar y subir siempre, infatigable y gozoso.
Quiero arrojar en tu corazón ardiente, cada hora de cada día, cada una
de mis obras: mis horas de trabajo y mis horas de descanso, mis horas
de juego y mis horas de oración, para que toda mi vida quede abrasada
en tu amor. Quiero con tu gracia realizar sencillamente lo que pedías
a tus discípulos: ¡ser llama ardiente!

El herrero y su perro

Un herrero tenía un pequeño perro, que era el gran favorito de su amo,
su compañero constante. Mientras él martilleaba sus metales el perro
permanecía dormido; pero cuando, a mediodía el herrero iba a almorzar
y comenzaba a comer, el perro se despertaba y meneaba su cola, como
pidiendo una parte de su comida.
Su amo un día, fingiendo estar enojado y golpeándolo suavemente con
su palo, le dijo:
—A usted pequeño holgazán desvergonzado, ¿qué le haré? Mientras
martillo en el yunque, usted duerme en la estera; y cuando me siento a
comer después de mi duro trabajo, usted se despierta y menea su cola
pidiendo el alimento. ¿No sabe usted que el trabajo es fuente de toda
bendición, y que ninguno, sólo aquellos que trabajan tienen derecho a
comer?

 Sin embargo, después de esta reprensión le daba una buena ración de carne.

Dios lo sabe
En todo lo que te pase, recuerda que Dios lo sabe, y estarás
tranquilo. Porque Dios quiere tu bien y no se complace en
mortificarte. Nada te podrá quitar la paz del alma, si brilla en tu
memoria, esto: Dios lo sabe.
Cualquier cosa que suceda, si las cosas te salen bien, si te salen
mal, es decir contrarias a tus deseos. Dios lo sabe, cálmate, no
pierdas la tranquilidad. Si sufres, en el alma o en el cuerpo... Dios
lo sabe. No lo sabrán los hombres; pero Dios ve tus aflicciones. Él
oye los apresurados latidos de tu corazón. Él, que es la bondad
misma...
Luego, todo es para tu bien. Aprovéchate de todo, porque Dios lo
sabe... Martin Luther King


Gracias por tu visita!!!