martes, 10 de julio de 2012

Compartir Nº 127,  julio 2012
Parroquia S. J. Bosco y S. D. Savio
CÓRDOBA - Argentina

El verdadero sentido del amor en las parejas

Un famoso profesor se encontró frente a un grupo de jóvenes que
estaban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el
romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es
preferible acabar con la relación cuando éste se apaga, en lugar de
entrar a la hueca monotonía del matrimonio.

El profesor les dijo que respe­taba su opinión, pero les relató lo
siguiente: "Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá
bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un
infarto. Cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a
rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, rebasando, sin
respetar los altos, condujo hasta el hospital. Cuando llegó, por
desgracia, ya había fallecido. Durante el sepelio, mi padre no habló,
su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos
reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos
hermosas anécdotas. Él pidió a mi hermano teólogo que le dijera, dónde
estaría mamá en ese momento.

Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, conjeturó
cómo y dónde estaría ella. Mi padre escuchaba con gran atención. De
pronto pidió: "llévenme al cementerio". "Papá" respondimos "¡Son las
11 de la noche! ¡No podemos ir al cementerio ahora!" Alzó la voz y con
una mirada vidriosa dijo: "No discutan conmigo por favor, no discutan
con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años".

Se produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos más.
Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador y con una linterna
llegamos a la lápida. Mi padre la acarició, lloró y nos dijo a sus
hijos que veíamos la escena conmovidos: "Fueron 55 buenos años...
saben?. Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo
que es compartir la vida con una mujer así". Hizo una pausa y se
limpió la cara.

"Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis, cambio de empleo",
continuó: "Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos
de ciudad. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus
carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos,
rezamos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos
apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad y perdonamos
nuestros errores..." "Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿saben
por qué?, porque se fue antes que yo; no tuvo que vivir la agonía y el
dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo
quien pase por eso y le doy gracias a Dios. La amo tanto que no me
hubiera gustado que sufriera..."

Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el
rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló: "Todo está
bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día". Esa noche
entendí lo que es el verdadero amor. Dista mucho del romanticismo, no
tiene que ver demasiado con el erotismo, más bien se vincula al
trabajo y al cuidado que se profesan dos personas realmente
compro-metidas.

Cuando el profesor terminó de hablar, los jóvenes universitarios no
pudieron debatirle. Ese tipo de amor era algo que no conocían.

El hielo quebrado

Cuentan que en la periferia de una  ciudad Canadiense, en un soleado
día de invierno, dos niños patinaban alegremente sobre una laguna
congelada. Los niños no se habían percatado que en el centro de la
laguna yacía una bandera roja que anunciaba hielo delgado, porque se
había caído sobre el hielo por una ráfaga de viento.
Los niños jugaban alegremente sin preocupación, al no percibir el
peligro que corrían. Cuando de pronto, el hielo se reventó, y uno de
los niños cayó al agua. El otro niño, viendo que su amiguito era
llevado por la ligera corriente unos metros más lejos y se ahogaba
debajo del hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus
fuerzas, hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo.
Un automovilista que pasaba  dio la alarma, y corrió con una manta a
socorrerlos. Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había
sucedido, se preguntaban: ¿Cómo un niño tan pequeño fue capaz de
romper un hielo tan grueso? En ese instante apareció un anciano, quien
les dijo: - Yo sé cómo lo hizo. No había nadie a su alrededor, para
decirle que era imposible que lo pudiera hacer.
Si quieres hacer algo en la vida, no creas en la palabra  “imposible”.

Vida después de la vida

Una vez un taxista me interrumpió una reflexión sobre la vida que
sigue a esta vida terrenal, diciéndome: “¡Nadie ha venido a contarnos
lo que hay después!”. “Mire, le dije, en la vida de san Juan Bosco hay
un hecho que fue presenciado por un grupo de seminaristas entre los 20
y 30 años y que ha testificado este santo (1815-1888) en sus
memorias”.

Siendo Don Bosco seminarista hizo un trato con su amigo Luis Comollo:
el que muera primero vendrá a avisar si está o no en el Cielo. Al poco
tiempo murió el amigo de Don Bosco. Habían pasado cuatro días del
entierro, y Bosco no podía dormir. Cuando el reloj de la iglesia tocó
las doce, se oyó un rumor sordo que hizo vibrar las paredes, el
pavimento y el techo.
Los seminaristas se despertaron y quedaron mudos. “Yo estaba
petrificado de horror —cuenta Don Bosco—  se abrió violentamente la
puerta del dormitorio; solo se vio un fulgor pálido. Luego un
repentino silencio; la luz brilló más y oí la voz de Comollo, que por
tres veces me dijo: “¡Bosco, Bosco, Bosco! ¡Me he salvado!”.

Oración para caminar en el amor

Señor, muchas veces me entretengo lamentándome por los pecados ajenos
o por las cosas que me hacen los demás. Hoy quiero declararlos
inocentes por todas las cosas que me molestan de ellos. Libérame de
condenarlos y de prejuzgarlos.
Esas personas que me molestan, que me perturban, que me interrumpen,
en el fondo no buscan hacerme daño, sólo me necesitan. O simplemente
expresan sus sufrimientos, sus miedos, sus angustias internas. Las
bendigo y te pido que me liberes de todo lo que me lleva a rechazar a
los demás. Sé que algunas veces tendré que defenderme con astucia para
que no me hagan daño, pero quiero hacerlo sin odio.
Libérame, Señor, para que no alimente la impaciencia y el desprecio.
Te contemplo a ti, Jesús, tan comprensivo con los pecadores, tan
paciente y compasivo con las debilidades de tus discípulos, tan
cercano a todos. Ayúdame a reaccionar como lo harías tú, para que no
me aleje del camino del amor. Amén.  (Víctor Fernández).

Estadísticas que hacen reflexionar

Si pudiésemos reducir la población de la Tierra a una pequeña aldea de
exactamente 100 habitantes, manteniendo las proporciones existentes en
la actualidad, sería algo como esto:
Habría 57 asiáticos, 21 europeos, 14 personas del hemisferio oeste
(tanto norte como sur) y 8 africanos. 52 serían mujeres. 48 hombres.
70 no serian blancos. 30 serian blancos. 70 no cristianos. 30
cristianos. 89 heterosexuales. 11 homosexuales. 6 personas poseerían
el 59% de la riqueza de toda la aldea y los 6 serían norteamericanos.

De las 100 personas, 80 vivirían en condiciones infrahumanas. 70
serian incapaces de leer. 50 sufrirían de mal nutrición. 1 persona
estaría a punto de morir. 1 bebé estaría a punto de nacer. Sólo 1
tendría educación universitaria. En esta aldea habría 1 persona con
computadora. Al analizar nuestro mundo desde esta perspectiva tan
comprimida es cuando se hace más aparente la necesidad de aceptación,
entendimiento, tolerancia y educación.

Otras cuestiones para reflexionar... Si te has levantado esta mañana
con más salud que enfermedad, entonces eres más afortunado que los
millones de personas que no sobrevivirán esta semana. Si nunca has
experimentado los peligros de la guerra, la soledad de estar
encarcelado, la agonía de ser torturado o las punzadas de la
inanición, entonces estás por delante de 500 millones de personas. Si
puedes acudir a la iglesia sin temor a ser humillado, arrestado,
torturado o muerto... entonces eres más afortunado que 3.000 millones
de personas en el mundo.

Si tienes comida en la heladera, ropa en el armario, un techo sobre tu
cabeza y un lugar donde dormir, eres más rico que el 75% de la
población mundial. Si guardas dinero en el banco, en tu cartera y
tienes algunas monedas en el cajón... ya estás entre el 8% más rico de
este mundo. Si tus padres aun viven y están casados... eres una
persona muy rara. Si puedes leer este mensaje, acabas de recibir una
doble bendición: alguien estaba pensando en ti, y más aún, eres mucho
más afortunado que los más de 2.000.000.000 de personas en este mundo
que no pueden leer.
Gracias por tu visita!!!