jueves, 5 de mayo de 2011

Hoja formativa Nº 113, mayo 2011
Parroquia S. J. Bosco y S. D. Savio
Córdoba - Argentina
www.capillaconsolacion.com.ar


¿Es Ud. Jesús?
Un grupo de vendedores fue a una convención de ventas. Todos le habían
prometido a sus esposas que llegarían a tiempo para cenar el viernes
por la noche. Sin embargo, la convención terminó un poco tarde, y
llegaron retrasados al aeropuerto.
Entraron todos con sus boletos y portafolios, corriendo por los pasillos. De repente, y sin querer, uno de los vendedores tropezó con una mesa, que tenía una canasta de manzanas. Las manzanas salieron
volando por todas partes. Sin detenerse, ni volverse para atrás, los
vendedores siguieron corriendo, y apenas alcanzaron a subirse al
avión. Todos menos uno.
Este se detuvo, respiró hondo, y experimentó un sentimiento de
compasión por la dueña del puesto de manzanas. Les dijo a sus amigos
que siguieran sin él, y le pidió a uno de ellos, que al llegar llamara
a su esposa y le explicara que iba a llegar en un vuelo más tarde.
Luego, regresó a la terminal, y se encontró con todas las manzanas
tiradas por el suelo.

Su sorpresa fue enorme, al darse cuenta de que la dueña del puesto era
una niña ciega. La encontró llorando, con enormes lágrimas corriendo
por sus mejillas. Tanteaba el piso, tratando en vano de recoger las
manzanas, mientras la multitud pasaba, vertiginosa, sin detenerse; sin
importarle su desdicha.
El hombre se arrodilló junto con ella, recogió las manzanas, las metió
a la canasta y le ayudó a montar el puesto nuevamente. Mientras lo
hacía, se dio cuenta de que muchas se habían golpeado y estaban
maltratadas. Las tomó y las puso en otra canasta. Cuando terminó, sacó
su cartera y le dijo a la niña:
—Toma, por favor, estos cien pesos por el daño que hicimos. ¿Estás
bien? Ella, llorando, asintió con la cabeza. El continuó, diciéndole:
—Espero no haber arruinado tu día. Conforme el vendedor empezó a
alejarse, la niña le gritó: —Señor... Él se detuvo, y volvió a mirar
esos ojos ciegos. Ella continuó: —¿Es usted Jesús? El se paró en seco
y dio varias vueltas, antes de dirigirse a abordar otro vuelo, con esa
pregunta quemándole y vibrando en su alma: "¿Es usted Jesús?"

Amor para siempre
El había fallecido hacía un año, y se acercaba el día de San Valentín.
Todos los años, él le había enviado un ramo de rosas a su esposa con
una tarjeta: "Te amo más que el año pasado”. Estaba extrañando esos
momentos, cuando llamaron a la puerta y, para su sorpresa, al abrir
estaba un ramo de rosas frente a ella. La tarjeta estaba escrita por
su mismo esposo, y decía: "Hola, mi amor, sé que ha sido un año
difícil para ti, espero te puedas reponer pronto, pero quería decirte
que te amaré para siempre, y que volveremos a estar juntos otra vez.
Se te enviarán rosas todos los años; si no contestan harán cinco
intentos más, y si aún no contestas, estarán seguros de llevarlas a
donde tú estés, que será junto a mí. Te ama, tu esposo".

El nombre de Jesús
Amigo, ayer busqué la soledad y me metí dentro de mí para encontrar tu
rostro. Sólo bastó nombrarte. Y en aquel laberinto de mí mismo,
apareciste por todos los caminos.
Sólo me bastó decir: Jesús. ¡Qué error poner en las criaturas la fe y
la esperanza porque no pueden darme lo que el poderosísimo nombre tuyo
me regala. Sólo bastó nombrarte. Sólo necesité pedirte que tu
presencia me abrazara... y me envolviste con tu gracia y se llenó de
luz mi cara con tu cara. ¡Así de simple! Toma, Señor, este paquete de
ruidos huecos, de voces que me llaman subiendo y bajando en un sinfín
de vueltas hacia la nada. Toma este dolor, producto del dolor de no
querer oír cuando me hablabas. Torna mi ser en esta encrucijada en la
que nadie es culpable, sólo Señor... ¡que no supe usar mí libertad!
¡No le di alas! Sólo bastó nombrarte y aquí estás... saliéndome al
encuentro, con tu amor fiel y eterno ¡Gracias mi Dios, por este
presente de hoy, y por recibirme como estoy! Te amo.

Creando al ser humano
Cuenta una antigua leyenda, que cuando Dios estaba creando al ser
humano, tenía a su alrededor seis ángeles: Uno de ellos preguntó:
—¿Qué estás haciendo? El segundo preguntó: —¿Por qué lo haces? El
tercero: —¿Puedo ayudarte? El cuarto ángel preguntó: —¿Cuánto vale
todo eso? El quinto dijo: —No me gusta. Y el sexto se puso a admirar y
a aplaudir. El primer ángel era un científico. El segundo un
filósofo. El tercero un altruista. El cuarto un comerciante. El quinto
un demonio y el sexto un místico. Esos mismos personajes aparecen a
nuestro alrededor cuando queremos hacer algo, y hay que aprender a
reconocerlos. Unos quieren observar, otros discutir, otros criticar y
sólo unos pocos están dispuestos a ayudar y a estimular. Por eso,
cuando queremos sembrar, debemos contar con la envidia y las críticas,
sin dejarnos frenar por ellas. Pero hay algo más: cuando otros hacen
algo, ¿cuál es nuestra actitud? ¿Tendemos la mano, o ponemos
zancadillas?

Avivar la llama Interior
Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente
a las riquezas materiales y cultivar una profunda religiosidad. Movido
por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano.
“Majestad, le preguntó en la audiencia. ¿Cómo hace para cultivar la
vida espiritual en medio de tanta riqueza?” El rey le dijo: "Te lo
revelaré si recorres mi palacio para apreciar mis riquezas. Pero,
llevarás una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré". Concluido el
paseo, el rey le preguntó: "¿Qué piensas de mis riquezas?" La persona
respondió: "No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se
apagara". El rey le dijo: "Ése es mi secreto. Estoy tan ocupado
tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las
riquezas”.
Gracias por tu visita!!!