jueves, 3 de marzo de 2011

Compartir
Hoja formativa Nº 111, marzo 2011
Parroquia S. J. Bosco y S. D. Savio
CÓRDOBA - Argentina

La canción del hermanito
Como cualquier madre, cuando Karen supo que un bebé estaba en camino, hizo todo lo posible para ayudar a su otro hijo, Miguel, de tres años de edad, a prepararse para la llegada. Los exámenes mostraban que era una niña, y todos los días Miguel cantaba cerca de la panza de su mamá. El ya amaba a su hermanita, aún antes de que ella naciera. El embarazo se desarrolló normalmente. En el tiempo exacto vinieron las contracciones. Primero cada cinco minutos, después cada tres, y luego cada minuto.
Entretanto, surgieron algunas complicaciones, y el trabajo de parto de Karen demoró horas. Todos discutían la necesidad probable de una cesárea. Hasta que al fin, después de mucho tiempo, la hermanita de Miguel nació. Sólo que ella estaba muy mal. Con la sirena a todo volumen, la ambulancia llevó a la recién nacida hasta la unidad de terapia intensiva neonatal del Hospital Saint Mary. Los días pasaban y la pequeñita empeoraba. Los médicos dijeron a los padres que se prepararan para lo peor, dado que había pocas esperanzas.

Karen y su marido comenzaron entonces con los preparativos para el funeral. Algunos días atrás, estaban arreglando el cuarto para esperar al nuevo bebé. Hoy los planes eran otros. Mientras esto sucedía, Miguel todos los días les pedía a sus padres que lo llevaran a conocer a su hermanita. —Yo quiero cantar para ella –les decía. Cuando llevaba dos semanas la bebé en UTI, se esperaba que no sobreviviera esa tarde.
Miguel continuaba insistiendo con sus padres que lo dejaran cantarle a su hermanita, pero en la UTI no se permitían niños. Entonces Karen se decidió; ella llevaría a Miguel al hospital de cualquier forma. El todavía no había visto a su hermanita, y si no era ese día, tal vez no la vería viva. Ella vistió a Miguel con una ropa un poco mayor para disfrazar su edad, y se encaminó al hospital. La enfermera no le permitió entrar, y le exigió se retirara. Pero Karen insistió: —Él no se irá hasta que vea a su hermanita. Karen llevó a Miguel a la incubadora. El miró hacia aquel trocito de persona que perdía la batalla por la vida. Después de algunos segundos mirando, él comenzó a cantar con voz suavecita..

—Tú eres mi sol, mi único sol, tú me haces feliz, aun cuando el cielo está oscuro... En ese momento, la bebé pareció reaccionar. Las pulsaciones comenzaron a bajar y se estabilizó. Karen alentó a Miguel a continuar cantando. —Tú no sabes querida, cuánto yo te amo, por favor no te lleves mi sol... Mientras Miguel cantaba la respiración difícil de la bebé se fue volviendo suave. —¡Continúa, querido! –le pidió Karen visiblemente emocionada, y su cara empapada en llanto. —Otra noche, querida, yo soñé que tú estabas en mis brazos...
La bebé comenzó a relajarse. —¡Canta un poco más, Miguel! La enfermera comenzó a llorar también. —Tú eres mi sol, mi único sol, tú me haces feliz, aun cuando el cielo está oscuro... ¡por favor no te lleves mi sol...! Al día siguiente, la hermana de Miguel ya se había recuperado y en pocos días fue llevada a su casa. La revista Woman's Day llamó a esta historia: "El milagro de la canción del hermano"; los médicos lo llamaron simplemente milagro. Karen lo llamó: "¡El milagro del amor de Dios!"

El camino cuaresmal
La cuaresma es un regalo anual de Dios para detenerte a ver si caminas en la dirección correcta, renovar tu fidelidad a la alianza bautismal, retomar el proyecto de felicidad que Dios pensó para ti, y volver a lo más puro de tu identidad cristiana: tu condición de hijo de Dios y hermano de todos los hombres. La Iglesia te invita a mejorar tu relación con Dios por la oración, la meditación de la Palabra y el control de ti mismo; y te anima a practicar con generosidad las obras de misericordia. Durante la cuaresma te espera el Señor en el sacramento de la reconciliación. Es una respuesta coherente al llamado a la conversión de la Palabra de Dios, y es una ocasión de experimentar el gozo del perdón del Padre y su amor infinitamente misericordioso. Así podrás coronar este tiempo de gracia con una comunión pascual bien preparada y celebrar con júbilo la Resurrección de tu Redentor y Salvador.

Regalo a Jesús
San Jerónimo vivió durante 25 años en la gruta del nacimiento de Jesús, mientras se dedicaba a la traducción de la Biblia al latín, por encargo del Papa san Dámaso. Un día hizo esta oración:
—Querido Niño, ¿cómo podré compensarte, ya que para hacerme feliz, has bajado a esta pobre gruta y has padecido tanto por mí?
—Alaba a Dios, oyó que decían, y glorifícalo con las palabras: “Gloria a Dios en las alturas”.
—Pero yo, querido Niño, quiero darte alguna cosa; quiero darte todo mi dinero.
—Dalo a los pobres y será como si me lo hubieras dado a mí.
—Sí, lo haré; pero, yo quiero darte alguna cosa también a ti; si no moriré de dolor.
—Entonces dame tus pecados; los quiero para mí; para borrarlos.
—¡Oh querido Niño, dijo el Santo llorando; toma todo lo que es mío y dame todo lo que es tuyo!

Oración a Jesús crucificado

Mírame, oh mi amado y buen Jesús, postrado en tu presencia;
te ruego con el mayor fervor imprimas en mi corazón vivos sentimientos
de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis pecados
y propósito firmísimo de jamás ofenderte; mientras que yo, con todo el amor
y con toda la compasión de mi alma, voy contemplando tus cinco llagas,
comenzando por aquello que dijo de ti el santo profeta David:
“Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos”.

Gracias por tu visita!!!