sábado, 9 de junio de 2012

Compartir Nº 126

Dios, ¿aún habla?

Un joven de vida espiritual fue a un grupo de estudio de la Biblia en
la casa de un matrimonio amigo. Esa noche el matrimonio dividió la
reunión entre oír a Dios y obedecer la Palabra del Señor. El joven
estaba interesado en saber si "Dios aun habla con las personas". Al
terminar el estudio de los dos temas, salió para tomar un café con los
amigos y discutieron  un poco más sobre el mensaje de esa noche. Cada
uno comentaba cómo Dios lo había conducido en su vida de maneras tan
diferentes. Eran más o menos las 22 horas cuando el joven se despidió
de sus amigos y se dirigió a su casa. Sentado en su automóvil,
suplicó: "¡Dios! Si aún hablas con las personas, habla conmigo, yo te
escucharé. Haré todo para obedecerte".

Mientras conducía por la avenida principal de la ciudad, tuvo un
pensamiento muy extraño, como si una voz hablase dentro  de su cabeza:
"Para y compra un litro de leche". Él movió su cabeza y dijo en alto:
"Dios, ¿eres tú, Señor?". No obtuvo respuesta y continuó hacia su
casa. Sin embargo, de nuevo surgió el pensamiento: "Compra un litro de
leche". El joven pensó en Samuel y como él no reconoció la voz de
Dios, pero dijo: "¡Muy bien, Dios! En caso de ser el Señor, voy a
comprar la leche". Esto no parece ser una prueba de obediencia muy
difícil."

Total, él podría también usar la leche. Así que paró, compró la leche
y reinició su camino a casa. Cuando pasaba por la séptima avenida,
nuevamente sintió un pedido: "Gira en aquella calle". Esto es una
locura, pensó, y pasó de largo el giro. Otra vez sintió que debería
haber girado en la séptima avenida. En el siguiente retorno, él giró y
se dirigió por la séptima avenida. Medio bromeando, dijo en voz alta:
"Muy bien, Dios, lo haré". Siguió avanzando por algunas cuadras.
cuando de pronto sintió que debía parar. Se detuvo y miró a su
alrededor.

Era un área mixta comercial y residencial. No era la mejor área, pero
tampoco la peor de la vecindad. Los negocios estaban cerrados y la
mayoría de las casas estaban a oscuras, como si las personas ya se
hubiesen ido a dormir, excepto una del otro lado de la calle que
estaba cerca. De nuevo sintió algo: "Ve y dale la leche a las personas
que están en aquella casa del otro lado de la calle". El joven miró la
casa, entreabrió la puerta del coche, y dijo: "Señor, esto es una
locura. ¿Cómo puedo ir a una casa extraña en medio de la noche?".

Una vez más, sintió que debería ir a dar la leche. Finalmente, salió
añadiendo: "Muy bien, Dios, si eres el Señor, iré y entregaré la leche
a aquellas personas. Si el Señor quiere que yo parezca un idiota, muy
bien, yo quiero ser obediente. Pienso que esto va a contar para algo;
sin embargo, si ellos no responden enseguida, me iré en el mismo
acto".

Atravesó la calle y tocó el timbre, Pudo oír un barullo viniendo desde
dentro, parecido al llanto de una criatura. La voz de un hombre sonó
alto: "¿Quién está ahí? ¿Qué quiere?". La puerta se abrió antes de que
el joven pudiese huir. De pie, estaba un hombre vestido de jeans y
camiseta. Tenía un olor extraño y no parecía feliz de ver a un
desconocido de pie en su puerta. "¿Qué pasa?". El joven le entregó la
botella de leche. "Compré esto para ustedes".

El hombre tomó la leche y corrió adentro hablando alto. Después, una
mujer pasó por el corredor cargando la leche en dirección a la cocina.
El hombre seguía sosteniendo en brazos una criatura que lloraba.
Lágrimas corrían por el rostro del hombre y luego comenzó a hablar,
medio sollozando: "Nosotros oramos. Teníamos muchas cuentas que pagar
este mes y nuestro dinero se había acabado. No teníamos más leche para
nuestro bebé. Apenas recé le pedí a Dios que me mostrase una manera de
conseguir leche". Su esposa gritó desde la cocina: "Pedí a Dios que me
mandara un ángel con un poco... ¿Ud. es un ángel?”.

El joven tomó su billetera y sacó todo el dinero que había en ella y
lo colocó en las manos del hombre. Se dio media vuelta y se fue a su
vehículo, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Él
experimentó que Dios todavía responde los pedidos justos y verdaderos.

 “Vengan a mí”

Postrado a tus pies, oh Jesús mío, considerando las inefables muestras
de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de
continuo tu adorable corazón, te pido humildemente la gracia de
conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo. Mira que soy
muy pobre, buen Jesús, y necesito de tu generosidad. Mira que soy muy
rudo, soberano maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas para luz
y guía de mi ignorancia. Mira que soy muy débil y necesito apoyarme en
ti para no desfallecer.
Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis
ojos, orientación de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda
necesidad. Tú me alentaste cuando con tiernas palabras dijiste
repetidas veces en el Evangelio: “Vengan a mí, aprendan de mí, pidan,
llamen”. A las puertas de tu corazón vengo ahora y llamo y pido y
espero. Te hago formal y decidida entrega de mi corazón, tómalo y dame
en cambio lo que sabes que ha de ser para mi bien aquí en la tierra y
para mi dicha eterna en el cielo. Amén.

En el día del padre

El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja
granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su
cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo y
ahora su antiguo camión se negaba a arrancar. Mientras lo llevaba a su
casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer
a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo frente a
un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su
bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños
hijos y le dio un beso a su esposa. Después me acompañó hasta el auto.
Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca
de lo que lo había visto hacer un rato antes.
"Oh, ese es mi árbol de problemas", contestó. "Sé que yo no puedo
evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los
problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así
que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa.
Luego en la mañana los recojo otra vez". "Lo divertido es", dijo
sonriendo, "que cuando salgo por la mañana a recogerlos, no hay tantos
como los que recuerdo haber colgado la noche anterior".

Sé lo mejor de ti mismo
Vive cada día en plenitud. Aprovecha al máximo cada hora, cada día y
cada época de tu vida. Así podrás mirar al futuro con confianza y al
pasado sin tristeza. Sé tu mismo. Pero sé lo mejor de ti mismo. Ten
valor de ser diferente y seguir tu propio camino. Y no tengas miedo de
ser feliz. Goza de lo bello.
Ama con toda tu alma y corazón. Cree que te aman aquellas personas a
quienes tú amas. Olvídate de lo que hayas hecho por tus amigos y
recuerda lo que ellos hicieron por ti. No repares lo que el mundo te
debe y fíjate lo que tú le debes al mundo. Cuando te enfrentes a una
decisión, tómala tan sabiamente como sea posible. Luego olvídala. El
momento de la certeza absoluta nunca llega.
Y sobre todo, recuerda que Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos.
Obra como si todo dependiera de ti y reza como si todo dependiera de
Dios.

Un hijo de buen corazón

Un famoso artista inglés encontró una delicada solución para un
problema familiar que lo tenía apesadumbrado. Vivía el escultor con su
padre que, en otro tiempo, había sido apreciado como buen tallista.
Todavía el anciano pasaba sus días dedicado a sus obras de arte, pero
no eran pocas las noches en que, al irse a descansar, se lamentaba de
haber perdido su antigua habilidad por los achaques de la vejez.
Con el deseo de animar al anciano en su tristeza, el artista decidió
bajar sigilosamente todas las noches a dar unos retoques a la
escultura de su padre. En efecto, bastaban unas pocas correcciones,
para darle nueva brillantez al trabajo.
Cuando por la mañana el anciano volvía a su labor, la contemplación de
la escultura lo animaba de tal manera que exclamaba: — ¡En verdad no
está del todo mal, se puede todavía sacar algo muy hermoso!
Gracias por tu visita!!!