domingo, 11 de julio de 2010

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Hoja formativa Nº 98, febrero 2010
Parroquia S. J. Bosco y S. D. Savio
CÓRDOBA

Fallo salomónico
En un vuelo aéreo entre Johanesburgo y Londres, una señora blanca de unos cincuenta años que está sentada al lado de un hombre de color llama a la azafata para quejarse:
— ¿Cuál es el problema, señora? — Pregunta la azafata.
— ¿Pero no lo ve? — Responde la señora. Me colocó al lado de un negro. No puedo quedarme al lado de estos ‘inmundos’. Deme otro asiento.
— Por favor, cálmese, —dice la azafata. — Casi todos los lugares de este vuelo están ocupados. Voy a ver si hay algún lugar en clase ejecutiva o en primera.
La azafata se apura y vuelve unos minutos después.
— Señora –explica la azafata– como yo sospechaba, no hay ningún lugar vacío en clase económica. He hablado con el comandante y me ha confirmado que tampoco hay lugar en ejecutiva. Pero sí tenemos un sitio libre en primera clase. Antes de que la señora pueda responder algo, la azafata continúa:
— Es totalmente inusitado que la Compañía conceda un asiento de primera clase a alguien que está en clase económica, pero, dadas las circunstancias, el comandante consideró que sería escandaloso que alguien sea obligado a sentarse al lado de una persona tan indeseable...
Y, diciendo eso, la azafata mira al negro y dice:
— Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera clase ya está preparado.
Todos los pasajeros de alrededor, que presenciaron la escena, se levantaron aplaudiendo por la actitud de la Compañía.

Controla tu actitud
Cuanto más vivo, más me doy cuenta del impacto que la actitud tiene sobre mi vida. Mi actitud para mí, es más importante que los hechos. Es más importante que el pasado, que la educación, el dinero, las circunstancias, que los fracasos, el éxito, que lo que otras personas piensan, digan o hagan. Es más importante que las apariencias, los dones o las destrezas.
Levantará o hará fracasar una empresa, una asociación, un hogar. Lo admirable es que día a día es nuestra la elección de la actitud que asumimos en respuesta a toda situación. No podemos cambiar nuestro pasado, no podemos cambiar el hecho de que la gente actúe en determinado modo. No podemos cambiar lo inevitable. Lo único que podemos hacer es tocar la única cuerda que tenemos, y esa es nuestra actitud. Estoy convencido de que la vida esta constituida por un 10% de lo que me ocurre y el 90% de cómo reacciono ante ello. Y así es también contigo.
En todo momento somos responsables por nuestra actitud. En efecto, nuestra manera de ser depende enteramente de nuestra actitud. (Charles Swindoll)

Comparte tus dones
Si tienes un regalo, no lo ocultes. Si tienes una canción, cántala. Si tienes talento, ejercítalo Si tienes amor, bríndalo. Si tienes tristeza, sopórtala. Si tienes felicidad, compártela. Si tienes religión, vive y obra según ella. Si tienes una oración, dila a los cielos. Si tienes una palabra dulce, no la retengas.
Porque: todos tenemos regalos que podemos dar. Todos tenemos canciones que podemos cantar. Todos tenemos palabras melodiosas que podemos decir. Todos tenemos plegarias que podemos orar. Todos tenemos amor y alegría que podemos dar. Todos tenemos una vida feliz por vivir. Repartamos por el mundo lo que Dios nos dio para compartir.

El sol y el viento
El sol y el viento discutían sobre cuál de los dos era más fuerte. La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder. Viendo que por el camino avanzaba un hombre, acordaron en probar sus fuerzas desarrollándolas contra él.
—Vas a ver —dijo el viento— cómo con sólo echarme sobre ese hombre, desgarro sus vestiduras. Y comenzó a soplar cuanto podía. Pero cuantos más esfuerzos hacía, el hombre más oprimía su capa, gruñendo contra el viento, y seguía caminando. El viento encolerizado, descargó lluvia y nieve, pero el hombre no se detuvo y más cerraba su capa.
Comprendió el viento que no era posible arrancarle la capa. Sonrió el Sol mostrándose entre dos nubes, recalentó la tierra y el pobre hombre, que se regocijaba con aquel dulce calor, se quitó la capa y se la puso sobre el hombro. —Ya ves —le dijo el Sol al Viento— cómo con la bondad se consigue más que con la violencia.

Semillas: el Ángel vendedor
Anoche tuve un sueño raro: En la plaza mayor de la ciudad habían abierto un negocio nuevo. El cartel decía: "Regalos de Dios". Entré: un Ángel atendía a los clientes. Yo, asombrado, le pregunté:
—¿Qué es lo que vendes, ángel del Señor?
—Ofrezco cualquier don de Dios.
—¿Cobras muy caro? —No, los dones de Dios son gratis. Miré los grandes estantes; estaban llenos de ánforas de amor, frascos de fe, bultos de esperanza, cajas de salvación y muchas cosas más. Yo tenía gran necesidad de todas aquellas cosas. Cobré valor y le dije al Ángel:
—Dame, por favor, bastante amor a Dios; dame perdón de Dios; un bulto de esperanza, un frasco de fe y una caja de salvación. Mucho me sorprendí cuando observé que el Ángel, de todo lo que yo le había pedido, me había hecho un solo paquete; y el paquete allí estaba en el mostrador, un paquete tan pequeño como el tamaño de mi corazón.
—¿Será posible, esto es todo? —pregunté. El Ángel me explicó: —Es todo, Dios nunca da frutos maduros; él sólo da pequeñas semillas, que cada uno debe cultivar.

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