miércoles, 1 de febrero de 2012

Compartir Nº 122, febrero 2012
Parroquia S. J. Bosco y S. D. Savio
CÓRDOBA - Argentina

El mercader y la bolsa
Cierto día, un mercader ambulante iba caminando hacia un pueblo. Por
el camino encontró una bolsa con 800 dólares. El mercader decidió
buscar a la persona que había perdido el dinero para entregárselo,
pues pensó que el dinero pertenecía a alguien que llevaba su misma
ruta. Cuando llegó a la ciudad, fue a visitar a un amigo.

—¿Sabes quién ha perdido una gran cantidad de dinero?- le preguntó a
éste. —Sí, sí. Lo perdió Juan, nuestro vecino, que vive en la casa de
enfrente. El mercader fue a la casa indicada y devolvió la bolsa. Juan
era una persona avara, y apenas terminó de contar el dinero gritó:
—¡Faltan 100 dólares! Esa era la cantidad de dinero que yo iba a dar
como recompensa. ¿Cómo lo has tomado sin mi permiso? Vete de una vez.
Ya no tienes nada que hacer aquí. El honrado mercader se sintió
indignado por la falta de agradecimiento. No quiso pasar por ladrón y
fue a ver al juez.

El avaro fue llamado a la corte de justicia. Insistió ante el Juez que
la bolsa contenía 900 dólares. El mercader aseguraba que eran 800. El
juez, que tenía fama de sabio y honrado, no tardó en decidir el caso.
Le preguntó al avaro: —Tú dices que la bolsa contenía 900 dólares
¿verdad? —Sí, señor, respondió Juan. —Tú dices que la bolsa contenía
800 dólares, le preguntó el juez al mercader. —Sí, señor.

—Pues bien, dijo el juez, considero que ambos son personas honradas e
incapaces de mentir. Tú, porque has devuelto la bolsa con el dinero,
pudiéndote quedar con ella. Juan, porque lo conozco desde hace tiempo.
Esta bolsa de dinero no es la de Juan; aquella contenía 900 dólares.
Esta sólo tiene 800. Así pues, quédate tú con ella, hasta que
aparezca su dueño. Y tú, Juan, espera que alguien te devuelva la tuya.

Vivir, ¿un juego de naipes?
La vida pareciera convertirse a veces para algunos en un juego de
naipes, donde la carta que triunfa es el as. Para no pocos el mayor de
todos es el as de oro, para otros el de espada, para algunos el de
basto, y no faltan algunos que eligen el de copas.

As de oro para los que ponen sus esfuerzos en almacenar riquezas a
toda costa sin reparar en miramientos de conciencia. As de oro con el
que piensan ganar todas las partidas, hasta la de la felicidad. As de
espadas para quienes todo lo quieren conseguir con la fuerza, sea de
armas, sea de leyes políticas o sindicales. As de bastos para quienes
pretenden arreglar el mundo a garrotazos, con violencia, secuestros,
guerras y crímenes. As de copas para los despreocupados, que tratan de
ahogar en diversiones los problemas cotidianos, o el vacío que sienten
en su interior.
¿Será eso la vida? ¿Un juego de naipes?

Oración del anochecer
Ya el sol del firmamento se retira,
mas tu fuego, Señor, alumbra siempre;
en nuestros anhelantes corazones,
derrama, ¡oh Trinidad!, tu amor perenne.

Contentos te servimos en el día
y fervientes ahora suplicamos
asocies nuestras almas y canciones
al coro de tus ángeles y santos.

La gloria y alabanza sempiterna
tributamos al Padre y a su Hijo,
y a ti, Divino Espíritu de entrambos
damos gloria por siglos infinitos. Amén

Cambio de domicilio
La pequeña, bien perfumada y orgullosa anciana de 78 años, con su
cabello arreglado a la moda y el maquillaje aplicado a la perfección,
se muda hoy a un asilo. Lo que motivó la mudanza fue la muerte
reciente de su esposo a los 80.

Después de muchas horas de esperar con paciencia en el recibidor del
nuevo asilo, sonrió con dulzura, cuando se le dijo que su cuarto
estaba listo. Mientras se desplazaba en andador hacia el ascensor, le
describieron con lujo de detalles su pequeño cuarto, incluyendo las
cortinas que colgaban de la ventana.

"Me encanta", afirmó, con el entusiasmo de un niño de 8 años al que le
acaban de entregar una nueva mascota. "Sra. Jones, no ha visto el
cuarto, espere". "Eso no importa", respondió. La felicidad es una
decisión que hago cada mañana, cuando me levanto. Puedo elegir: pasar
el día en la cama, repasando las dificultades por las partes de mi
cuerpo que no funcionan, o salir de la cama y estar agradecida por las
que sí funcionan". "Cada día es un regalo, y mientras se abran mis
ojos pensaré en el nuevo día y en los recuerdos felices que alegran mi
vida”.

Carrera de sapos
Érase una vez una carrera de sapos en el país de los sapos. El
objetivo consistía en llegar a lo alto de una gran torre que se
encontraba en aquel lugar. Todo estaba preparado y una gran multitud
se reunió para vibrar y gritar por todos los participantes. En su
momento se dio la salida y todos los sapos comenzaron a saltar.
Pero como la multitud no creía que nadie llegara a la cima de aquella
torre pues ciertamente, era muy alta, todo lo que se escuchaba era:
“no lo van a conseguir”, “qué lástima, está muy alto, es muy difícil,
no lo van a conseguir”. Así la mayoría de los sapitos empezaron a
desistir.

Pero había uno que persistía, pese a todo, y continuaba subiendo en
busca de la cima. La multitud continuaba gritando: “es muy difícil, no
lo van a conseguir”, y todos los sapitos se estaban dando por
vencidos, excepto uno que seguía y seguía tranquilo cada vez con más
fuerza. Finalmente fue el único que llegó a la cima con todo su
esfuerzo.
Cuando fue proclamado vencedor muchos fueron a hablar con él y a
preguntarle como había conseguido llegar al final y alcanzar semejante
proeza. Cual sería le sorpresa de todos los presentes al darse cuenta
que este sapito era sordo.
Sé siempre sordo cuando alguien duda de tus sueños.

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